Me quedo desnuda donde Dios es muerte.
La cola del pez golpetea en mi cama.
Y mientras lo siento dentro de mi,
un diminuto hombre con sombrero negro
me mira desde la esquina.
Me pesa el gran casco de la desidia,
y sudo el vapor de mi indiferencia.
La oscuridad ha dejado de ser noche.
se.