Wednesday, December 20, 2006

Libertango

Escucha Libertango...y su cuerpo vuela, vuela como una mariposa. Para encontrarte, para estar a tu lado, para necesitarte. Vuela porque desea que le digas, otra vez, como son sus caderas, sus senos, su sexo. Para que dibujes sus labios, sus ojos, sus manos… Vuela para saber que es un cuerpo de mujer, para prender el fuego de sus cabellos rizados.

Caliente, con ansías, envuelta en pensamientos llenos de erotismo. Con deseos de llenarse, con deseos de dejarse habitar muy dentro. Incapaz de esculpir su forma y miedo a perderla. Extrañando unas manos que la creen, que la moldeen, fuerte, hasta que duela, partiéndola en dos, sacándole todo el interior...

Como un animal, con los instintos vibrando escalofriantes, contagiosos, como pinceladas de tinta negra en un trance bestial. Quiere arrancarte la piel mientras te muerde la boca. Succionando tu placer, lamiendo tu sudor, mordiendo tu cordura, acariciando tu masculinidad, moldeando tu cuerpo, mientras lo único que puedes hacer es agarrarla de los cabellos y sentir como te queman, como una danza flameante que te hipnotiza y hace daño a la vez. Descontrolada como un ráfaga fuerte y sonora gira alrededor de ti, moviendo tus ramas, tus hojas, haciéndote música, un Libertango.

Dejar que creas que eres tú el que la posee ahora.

Y así darse a ti. Como una hoja de algodón. Convertir de tus manos unos pinceles y de tu boca tinta. Ver como observas concentrado su cuerpo, como un lienzo por pintar. Escuchas esa melodía que hace eco en tu interior. Empiezas a mover la mano, a imaginarte lo que le dibujarás. Eres un director de orquesta, maquinando cada movimiento. Tu mano la hipnotiza como si fuera un péndulo. La enérgica intuición bombea escalofríos. Y empiezas a pintarla toda con tu tinta. Cada rincón, no dejas espacios en blanco.

Tiene tu universo pintado en el cuerpo haciéndola temblar de una nostalgia alegre. Cometas que entran y salen. Una orquídea lunar que brilla para ti. Un terciopelo suave que camuflajea violencia fina . Estrellas que sólo puedes ver en lo negro de una noche lluviosa. Pupilas que se dilatan y contraen como la sangre que bombea el deseo.

Danzan para ti. Para hechizarte y encantarte. Has transformado su materia. Pero estas inconforme porque sabes que jamás transformaras su espíritu descontrolado. Comprendes que siempre será fuego para ti. Te quema, te consume, pero ella comprende que está esclavizada a ser tu flama. Condenada a bailar eternamente para ti, para fascinarte, porque descubres su punto débil. A pesar de todo es frágil y el fuego se apaga. Y tu, eres el aire sutil que lo prende, pero también podrías soplar y apagarlo todo. Apagarla a ella.

Te metes dentro de ella, esperando alcanzar ese espíritu inalcanzable. Construyen un puente en sus miradas. Y de repente todo deja de existir. Sólo tu y ella, suspendidos en la negrura de un espacio sin espacio, de un tiempo sin tiempo. Sienten vértigo, todo gira, se agarra a ti y tu a ella. Se vuelven uno. Uno en el otro. Otro en el uno. Como un espejo sin reflejo.

Te decides, lo haces por ella, sabes que no hay nada que necesite más.

Lo sienten, ese orgasmo, esa dulce muerte. La sangre corre por su cuerpo, ese dolor punzante. Siente esa superficie fría y filosa al tratar de buscar tu mano. Comprende que esa muerte es distinta para los dos.

Haces que conquiste la muerte, que toque su divinidad. La vuelves mujer, la desprendes de su confusión. En este regreso al origen donde retrocede a lo que era. Los miedos se evaporan. Dejas que sienta por un momento la creación dentro de ella, ese nacimiento de algo con la intención de que desaparezca. Le entregas a la vida. Y se cierra el ciclo.

La muerte acaba por conquistarla.

se.


1 comment:

Anonymous said...

sofa, te dejo un comentario, porque nadie lo ha hecho. este artículo, de todos tus artículos, es el único que te pertenece. el único que es hijo de tu experiencia vital, el único que me hizo pasar del punto más elevado del análisis de la Forma (del cuerpo) a una cautivación ingenua, después a una incipiente calentura y finalmente a un punto indefinible en el que uno se queda con cara de tonto por tu comprensión de la situación anatómica entre la mujer y el hombre.
y con ese conocimiento, diendo esa mariposa, vos, sofía, vivís.
es la tercera vez que leo este artículo. siempre me produce algún escalofriíto por acá o por allá.
moi